El cine comunitario como acto sanador

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Cuando Ana Lucía Ramírez y Clau Corredor repiten como mantra “tu deseo es tu revolución”, la gente que les escucha se prepara para vivir una experiencia liberadora, delirante, gozosa y placentera. Mi deseo desde el 2012 era traer al Ecuador la Escuela Audiovisual Al Borde. Pero nuestros deseos se cumplen cuando estamos listos para disfrutarlos.

Fundación Causana, Mujer & Mujer, Mujeres Al Borde y Sentimos Diverso nos encontramos en diferentes espacios como el #CommsLabs en Colombia y Rainbow Leaders en Suecia y Sudáfrica; juntxs dialogamos, soñamos e hicimos realidad la Escuela en Ecuador con la certeza de que nos serviría  para estrechar nuestros lazos de amistad, confianza y trabajo colectivo.

Personalmente, he seguido muy de cerca la propuesta de la Escuela Audiovisual Al Borde desde sus inicios y he estado pendiente de las experiencias de quienes han participado en cada una de las ciudades en dónde se ha realizado: Bogotá, Santiago, Asunción y La Plata. Me he convertido en fan número uno de documentales como Transhumantes,  Yo soy mi centro y Rompecabezas Trans, que son muestra de que hay otra formas de mirar-nos y narrar-nos.

La Escuela invita a activistas lesbianas, bisexuales, trans, intersex, pansexuales, inconformes y revolucionarixs que habitan en el Sur geográfico y luchan por transformar el Sur político de nuestra América. Cuando se conforma el grupo, el equipo de Mujeres Al Borde, comparte de forma generosa y profesional todos sus conocimientos teóricos y técnicos alrededor de la creación audiovisual, durante casi dos meses de un intenso, laborioso y sorprendente ir y venir de conocimientos, de diálogos y reflexiones muy profundas, y sin darnos cuenta, de días maravillosos de convivencia y aprendizaje mutuo.

El objetivo es la realización de documentales autobiográficos de lxs activistas participantes. En esta oportunidad estuvimos haciendo parte de la Escuela Jessica Agila, Jorge Medranda, Aritza Ríos y yo, Diana Castellanos (Gabrielle Esteban) y cada unx de nosotrxs, en diferentes momentos, cumplimos con diversos roles como la dirección, producción, cámara, sonido y fotografía. El resultado son cuatro historias, que con voz propia cuentan diversas realidades, atravesadas por el dolor, la soledad y la discriminación pero también el deseo y la lucha de cómo llegamos a ser quiénes somos.  Contamos cuatro historias diferentes, y sin embargo al contarlas, nos reconocimos en ese otrx que narraba. De esa manera, el documental cumplió con la tarea de actuar como un espejo para ver esas realidades que por fuera de la Escuela parecían lejanas, individuales, privadas, y que dentro, se convirtieron en historias propias.

La tarea de contar no fue fácil, implicó todo un descubrimiento. La metodología que usa Mujeres Al Borde, nos llevó a descubrirnos detrás de una cicatriz, en las fotografías del pasado, en los dibujos de una tarde de películas, en los sonidos que producimos, que anhelamos, en las palabras dichas al azar. Lloramos una y otra vez contando-nos y escuchando-nos, en un ritual compartido, para darnos cuenta de que había llegado la hora de sanar nuestros espíritus, de perdonar, de rendir tributo, de no olvidar, de tomarnos de la mano y de seguir adelante. De esta manera, cada quién se hizo cargo de su proceso pero estuvo acompañadx por lxs demás.

La Escuela Audiovisual Mujeres al Borde llegó en el momento en que la necesitabamos, como un aliciente frente al desgaste, la división y la polarización de la agenda LGBTI en el Ecuador, que no nos permite pensar-nos como comunidad y mucho menos como movimiento, peor ahora cuando la crisis económica global revive los fundamentalismos políticos y religiosos que ahogan aquellas iniciativas no alineadas al gobierno, al tema, a la agenda política o a los intereses del momento.

Pero Mujeres Al Borde logró, como lo ha hecho a lo largo de sus casi 15 años de vida, sintonizarnos frente a las transformaciones profundas y reales, que son las que suceden en el corazón, en el cuerpo y la mente de cada unx de nosotrxs. No es posible pensar en un Ecuador diferente, en organizaciones sociales más visibles y en redes de trabajo más amplias, si no nos conocemos ni nos reconocemos como humanos y activistas.

La Escuela también llegó cuando estábamos preparadxs para volver a las sombras, a lo no resuelto, a las preguntas y a las heridas que hay en nuestras vidas, para transformarlas en mensajes poderosos de sanación, de esperanza, de fuerza, de liberación; para contar con valentía que no estamos solxs, que nuestras vidas son importantes y que alrededor del mundo, hay otrxs que esperan escuchar nuestras historias para iniciar sus propios caminos de transformación.