Quito se pintó de amor a todo color

Miles de personas con historias y preferencias de todos los colores sumaron sus voces en el centro histórico de Quito durante la edición 2018 de la Marcha del Orgullo LGBTI.

 
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Desde el Parque de La Alameda hasta el Parque Cumandá las nubes grises poco a poco se iluminaron para cobijar el recorrido de las más diversas consignas en torno a la igualdad. En uno de los carteles de la Marcha que fue impulsada por distintas organizaciones de la sociedad civil se leía “amor es amor”. Amor de todo tipo. Mejor dicho: ¡amores! Sin etiquetas, diversos, enérgicos, enojados y apasionados.

Amores en tacones, con alas, ponchos, plumas, globos y sombreros, luminosos y con los brazos bien en alto mostrando carteles pintados a mano que hablaban de libertad. En ellos se leían consignas en común: respeto de las familias diversas y de todas las identidades sexuales; legalidad y acceso digno a cambio de sexo, nombre, tratamientos hormonales, quirúrgicos y psicológicos; denuncia y rechazo de todas las manifestaciones discriminatorias aún vigentes en Ecuador (lesbofobia, homofobia, transfobia, y más).

 

La Marcha como fiesta y conmemoración 

La convocatoria del sábado 1 de julio esta vez recordó a lxs activistas que lucharon y ya no están. Hace 20 años la homosexualidad en Ecuador fue despenalizada. Quienes se fueron abrieron camino para que hoy algunos derechos sean reconocidos y persista la lucha por una sociedad más justa y equitativa para toda la ciudadanía, sin distinción de origen, edad, preferencias ni identidades sexuales.

La Marcha en Quito fue fiesta y, en alguna medida, tejido de memoria. Los disturbios en el bar Stonewall de Nueva York en la madrugada del 28 de junio de 1969 se consideran el origen de esta conmemoración: ante una violenta redada policial la comunidad LGBTI se manifestó, agotada por la persecución y estigmatización. El cansancio se hizo global, la Marcha también. Muchos derechos se han conquistado desde ese momento: la homosexualidad se ha despenalizado en muchos países, la OMS ya no considera la transexualidad como enfermedad de salud mental. Pero falta igualdad, faltan derechos y los colectivos no desfallecen en estas búsquedas.

 

Luchas que no vuelven al clóset

El cierre de la Marcha en Quito dejó más sensación de fiesta que de conmemoración: flotaba en el aire el amor, pero también la improvisación. Frente a una convocatoria tan masiva y diversa, brillaron por su ausencia y/o brevedad los posicionamientos políticos: pronunciamientos, manifiestos, preguntas y reflexiones en torno al contexto actual de las realidades y luchas de los colectivos LGBTI.

Las autoridades policiales aprovecharon la desorganización para forzar el cierre del encuentro una hora antes de lo previsto. La venta y consumo de licor fueron la disculpa para disolver el encuentro. Algunos colectivos con discursos y actos preparados perdieron su oportunidad en tarima. Aún así quedan imágenes y testimonios que hablan más de puntos de conexión que de división.

Después de la Marcha las luchas no van al clóset. Cada día la comunidad LGBTI de Quito busca la igualdad: en los bordes, en el centro, moviendo la discusión acerca de una urgente política pública que tarda en llegar. Una de sus exigencias es que transitar y ser visible como comunidad LGBTI sea seguro y libre de discriminación todos los días del año en las calles, escuelas, parques, universidades, buses, bares y hogares.

 

Redacción y fotografías: Maritza Sánchez 
comunicaciones@sentimosdiverso.org