«Cualquier tipo de práctica que implique el cuerpo y el placer ha de ser una práctica consensuada»

Divina Obscenidad es una compañía teatral que desde el 2013 apuesta por montajes en los cuales son visibles desde diversas aristas, historias y personificaciones en torno a la erótica del cuerpo.

 

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Una de las puestas en escena de Divina Obscenidad es Las preciosas ridículas, versión erótica de una de las obras más conocidas del dramaturgo francés Molière que fue presentada por primera vez en 1659. En la Creperola del Teatro, en tres funciones -jueves 5, viernes 6 y sábado 7 de julio– las audiencias de Quito podrán viajar con los artistas de este colectivo de Medellín a una Francia del Siglo XVII para volver a la actualidad con una actuación punzante y cargada de picardía. En el aire flotarán el erotismo y las aspiraciones de quienes hacen hasta lo imposible por pertenecer al mundo de la moda, el gran estilo y el glamour.

Antonio Úsuga es Maestro en Arte Dramático de la Universidad de Antioquia y director de Divina Obscenidad. A continuación nos comparte algunas ideas sobre la génesis de esta compañía de teatro de Medellín, las características de sus puestas en escena, sus interacciones con las audiencias, reflexiones y posicionamientos políticos acerca de sexualidad, erotismo y pornografía.

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Sentimos Diverso: Hablemos un poco de la génesis de Divina Obscenidad: ¿cuándo y cómo cobró vida este colectivo?

Antonio Úsuga: Divina Obscenidad surgió como propuesta teatral hace cinco años con una primera pieza llamada Minotauro. La idea de poder investigar y plantear en escena una relación entre erotismo y teatro surgió hace unos 10 años y se consolidó como parte de una investigación realizada en la Universidad de Antioquia de Medellín, como parte de mis estudios de Maestría en Arte Dramático, llamada Teatralidades no convencionales de la representación escénica.

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La investigación de Antonio originó el libro La dramaturgia del porno, que reúne varias investigaciones que se han centrado en narrativas de lo pornográfico y hablan de cómo lo pornográfico a estado históricamente hilado desde lo masculino. Ese punto de vista ha ocultado o negado otras perspectivas del placer y allí apunta Divina Obscenidad. Así que la génesis de esta compañía teatral tiene que ver con las curiosidades académicas de su director que se expanden a las propias preguntas y reflexiones de los demás integrantes del colectivo.

Antonio: La investigación comienza a arrojar preguntas importantes. ¿Nosotros hacemos parte del acto pornográfico o del acto erótico? Porque conceptualmente hay algunas diferencias. Nosotros somos una propuesta erótica, aunque atrapamos algunos elementos de la pornografía, sobre todo de la que tiene una perspectiva feminista, y ahí nos pegamos de toda la tesis de porno para mujeres de Erika Lust y de otras chicas que andan haciendo una construcción filosófica en ese sentido.

Sentimos Diverso: ¿Cómo fluye en Medellín la aceptación e interacción del público con su propuesta integradora de historias con sabor a comedia, sensualidad y erotismo?  

Antonio: Yo diría que fluye muy bien. Hemos tenido en estos cinco años una aceptación encantadora. Incluso puedo decir que hemos logrado consolidar una especie de, no sé si llamarla comunidad porque eso también es peligroso, pero sí hemos logrado iniciar un movimiento del erotismo desde este punto de vista que nosotros lo vemos: el erotismo ligado al placer, y el placer no le corresponde a un género en específico ni a una comunidad, sino que el placer es inherente a lo humano, y en ese sentido vamos en pro de la liberación de ese placer.

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Divina Obscenidad suma en su historia ocho obras montadas y cada una de ellas es distinta a la anterior. Sólo dos son comedias.

Antonio: Una es una comedia actual, que toca temas muy cotidianos, llamada Por favor siéntate en mi cara. Habla sobre parafilias y fetiches. La otra comedia es esta que vamos a presentar en Quito, llamada Las preciosas ridículas. El montaje se hizo en coproducción con la Alianza Francesa de Medellín. Esta comedia no fue difícil montarla porque nos ceñimos de muchas formas al texto original de Molière que tiene más de 300 años. En algunos pasajes la obra cae en ciertas ingenuidades dramatúrgicas. Nosotros hemos sido conscientes y sin embargo persistimos en ellas, también porque el resto del texto es maravilloso a la manera de Molière.

Sentimos Diverso: ¿Quizá han percibido que sus montajes teatrales sumen de algún modo a la comprensión de la sexualidad como derecho, como vía para romper frustraciones y violencias en las relaciones?

Antonio: Definitivamente sí suman y para esto nosotros hemos sido muy insistentes en un aspecto: cualquier tipo de relación que suceda entre una y otra persona, entre tres personas, una orgía y demás, ha de ser un acto consciente y consensuado. Si no hay consenso, hay abuso. Tenemos una obra que se llama Bondage que trata el tema de lo PSM, es decir, Prácticas Sadomasoquistas. Con esta obra nosotros entendimos mejor lo que queremos decir desde la propuesta de Divina Obscenidad y que cualquier tipo de práctica que implique el cuerpo y el placer ha de ser una práctica consensuada. Es decir, si esa práctica es del dolor, pero el dolor genera placer, ese dolor debe ser consciente y debe haber consentimiento previo con la otra o con las otras personas involucradas.   

Sentimos Diverso: ¿En la historia de Divina Obscenidad qué retos complejos y/o significativos han tenido a la hora de representar historias sobre erotismo y sexualidad? ¿cómo ha sido el viaje de lxs integrantes de la compañía teatral en este sentido?

Antonio: Cuando se trata de temas relacionados con la sexualidad humana, siempre habrá algo por descubrir. Uno de los descubrimientos maravillosos que hemos podido tener es que el asunto de la sexualidad no es algo que pueda abarcarse en una cartilla o algo que pueda enseñarse en una clase de colegio de dos o tres horas de la vida y pare de contar. Nosotros hemos descubierto que la sexualidad es una inquietud humana constante. Uno siempre se está haciendo preguntas sobre su cuerpo y su placer. Nosotros operamos de esa manera: dejándonos permear por esas preguntas.

Sentimos Diverso: ¿En la historia de Divina Obscenidad qué retos complejos y/o significativos han tenido a la hora de representar historias sobre erotismo y sexualidad? ¿cómo ha sido el viaje de lxs integrantes de la compañía teatral en este sentido?

Antonio: Hemos consolidado un equipo maravilloso de trabajo, nos hemos fortalecido como un colectivo de artistas en donde podemos confluir como diferentes fuerzas, no sólo las de la actuación; también lo que tiene que ver con la música, las luces, la danza. En los últimos dos años se ha sumado medicina, sexología y psiquiatría, lo cual ha fortalecido nuestras propuestas desde la base, desde antes de hacer la puesta en escena. Así que tenemos un proceso de conversación que gira en torno de unas discusiones sobre qué es lo que queremos decir, con lo cual nosotros podemos decir, aunque suena un poco presumido, sí sabemos qué es lo que queremos decir en cada escena.     

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Gracias al vínculo entre arte, erotismo y educación, la compañía teatral Divina Obscenidad obtuvo este año el Estímulo de Arte y Cultura de la Alcaldía de Medellín, gracias al cual llega a Quito para compartir con las audiencias de nuestra plataforma Sentimos Mucho una agenda que ha incluido un taller de burlesque, un conversatorio sobre cuerpos que importan y la obra Las preciosas ridículas. La propuesta de esta interacción entre Sentimos Diverso y Divina Obscenidad en Quito combina comedia y pedagogía entorno al placer para #TodosLosCuerpos.