CSW60: más formalismos que voluntad política

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Activistas del mundo se dieron cita en la CSW 60. El intercambio de experiencias es clave para hacerle frente a los fundamentalismos.

Luego de un par de semanas de negociaciones entre las delegaciones oficiales y más de un centenar de eventos pararelos de las ong’s y la sociedad civil, el saldo no parece estar a favor de los Derechos Sexuales y Reproductivos de las mujeres y las niñas. La influencia religiosa, el conservadurismo exacerbado y el hálito de crisis económica se ciernen sobre la Agenda 2030 –recién acordada en 2015- ¿Tendrán los Objetivos de Desarrollo Sostenible el mismo destino de los fallidos Objetivos del Milenio?

Asistí a la CSW60 gracias a la invitación de la IWHC para participar en una capacitación en advocacy o cabildeo, con la expectativa de aplicar lo aprendido en el desarrollo de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que se realiza desde 1947.

Yo, colombiana de nacimiento y ecuatoriana por elección, estaba por primera vez junto a mujeres de todo el mundo, sin exagerar. Todas tan diversas -de Fiji, Croacia, Kazajastán, Liberia, Brasil y un largo etc.-, -lesbianas, trans, heterosexuales-, -indígenas, afros, mestizas-, -con burka, jeans, tacos, tocado colorido-, -conservadoras, feministas-, -activistas inexpertas, activistas consagradas-. Todas, caminando por los pasillos del edificio de Naciones Unidas en Nueva York, esa mole llena de aura y cubierta de vidrios azulados en los que destellan los primeros rayos del sol en primavera.

El grupo conformado por las aprendices de IWHC estábamos allí para practicar con las delegaciones de los países e incidir en la negociación del lenguaje que iba a incluirse en la declaración final de la reunión. Porque allí, es todo cuestión de lenguaje. No hay verbos ingenuos y son las palabras las principales herramientas para defender los derechos de las mujeres. No en vano, las activistas con más experiencia pasan las horas revisando el lenguaje acordado que permita allanar el camino en las largas deliberaciones entre delegaciones. Y no es un trabajo cualquiera ese de ir pescando palabras que aseguren eso que debería ser obvio, pero no lo es, que los derechos deben ser siempre progresivos.

Si fuera así, la mayoría de los países no hubieran coincidido en diluir el financiamiento de temas relacionados con la equidad, la salud y los derechos de las mujeres. No hubiéramos escuchado al bloque africano desconocer la existencia de la homosexualidad en sus países. Tampoco hubiéramos visto cómo una funcionaria tachada de ser cercana al Opus Dei, encabezó la delegación ecuatoriana, la misma que se alinea cada vez más, con Nicaragua y El Vaticano, -el mini Estado que aún en ONU se le nombra como la “santa sede” y que a pesar de no tener voto, tiene más voz de lo que deseamos-.

Fueron días largos y extenuantes, sobre todo, porque la declaración final es menos progresista de lo que queremos y necesitamos. Avances pocos, incluso en el movimiento feminista se mencionó como una mejor opción el hecho de no tener una declaración este año. Vale destacar que las mujeres indígenas lograron ser mencionadas específicamente dentro del documento final y no es menor, pues miles de mujeres indígenas de todo el mundo son asesinadas o expulsadas por defender sus territorios de los megaproyectos.

No es que el panorama sea desalentador, pero si es inquietante que en la primera reunión de este tipo, después de la adopción de la Agenda 2030, los Estados pretendan retroceder y desconocer acuerdos previos que han tomado años de trabajo. Queda en el aire esa sensación de que la reunión es solo un formalismo. Por eso, hay que continuar con la difusión y el seguimiento en nuestros países a los instrumentos internacionales de derechos humanos que son vinculantes. Ahora,  más que siempre no se puede desfallecer en la labor de fortalecer las organizaciones sociales para contener los avances del fundamentalismo que, cualquiera que sea, nunca está del lado de la garantía y el ejercicio pleno de nuestros derechos.

 

*Isabel González Ramírez @monaisa