2016: Un año lleno de “fantasía” antiderechos

antiderechos
Parte de la estrategia de estas comunidades antiderechos es integrar jóvenes a sus equipos. ¿Qué motiva a estos jóvenes a rechazar los derechos que probablemente han gozado?

Por Isabel González R.

Durante este año he recibido por equivocación los correos de quienes se hacen llamar “citizengoers”, miembros de una plataforma conservadora de ciberactivismo  que defiende causas cristianas. CitizenGo denuncia desde “profanaciones de ermitas” hasta la “Gestapo gay”. No he marcado sus correos como spam, a pesar de sus descabelladas campañas, para seguir de cerca los “métodos” y “logros” de la agenda fundamentalista y antiderechos a la que representan.

Durante este año gran parte de la humanidad ha acumulado suficientes frustraciones, menos los “citizengoers”. Para ellos ha sido “un año fantástico” y así lo anuncian en el asunto de su último correo. Sin duda, vemos el mundo desde dos orillas distintas, todavía me pregunto: ¿cómo fue que mi correo fue a parar a su base de datos?

Exaltan los “citizengoers” que 2016 fue “el año de la familia” y que han “resucitado como movimiento familiar” en la región para participar de las marchas que objetaron el “gaymonio” en México, la mal llamada “ideología de género” en Colombia y la reglamentación de la educación sexual en Panamá a través de la Ley 61.

Esta plataforma nació en 2013 y tiene cinco millones de personas cautivas en el mundo, incluyendo 200 mil en Colombia y 20 mil en Ecuador. Como movimiento se adjudica también el desenlace de las votaciones en contra del plebiscito para refrendar el proceso de paz en Colombia, el lobby para que Naciones Unidas se abstuviera de declarar el 28 de septiembre como Día Internacional del Aborto Seguro y hasta la derrota de Hillary Clinton en Estados Unidos.

Los “citizengoers” dicen que el 2016 ha sido fantástico y no se equivocan. Según la Real Academia de la Lengua, la fantasía es entre otras, esa “facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas…”. Ahora entiendo por qué los 365 días del año he sentido que la sociedad ha optado por un osado viaje al pasado y en el camino, está desechando los ideales de igualdad y libertad que le dieron fundamento a las grandes causas de la Modernidad.

Así, a punta de artificios, la vieja fórmula de mezclar religión con política vuelve abiertamente al ruedo y promete hacernos desandar los pasos en materia de derechos a través de dogmas, símbolos primitivos de unidad y un desprecio por la igualdad, como planteó el filósofo francés Jacques Rancière en una entrevista reciente.

Muestra de ello no solo son las victorias de los “citizengoers”, sino el Brexit y hasta la elección de Donald Trump. Cuando de política se trata, los movimientos antiderechos saben bien que el fin que persiguen justifica los medios que usan, así estos medios estén basados en mentiras y distorsiones como, admitió Juan Carlos Vélez, jefe de la campaña del “No” en Colombia. El plebiscito perdió en las urnas gracias a la capacidad que tiene la derecha de generar alianzas, y actuar en bloque para crear incendiarias estrategias de “participación ciudadana” basadas en la indignación y que son amplificadas en las iglesias cristianas o enviadas, entre otras, a través de CitizenGo.

¿Puede la fantasía sostener esta versión del mundo? Tengo la certeza de que quienes han luchado siempre por la libertad y la igualdad seguirán haciéndolo, porque es su convicción y porque creen, como yo, que los cambios deben ser acumulables. Devolvernos tiene muchas implicaciones: ahí está la historia para alumbrar los recovecos que ya hemos transitado y que ninguna fantasía podrá borrar.