Después de una semana de activarse en redes sociales el hashtag #YoSíTeCreoCristina, el 8 de junio de 2018 ocurrieron dos hechos históricos para la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador (UCE). En la mañana, un grupo de estudiantes se agolpó a las afueras del decanato exigiendo protección para quienes denunciaron el acoso sexual por parte de un reconocido profesor de grabado. En la tarde, el Honorable Consejo Universitario (HCU), decidió en sesión extraordinaria y por unanimidad, la destitución del docente.
El Honorable Consejo Universitario de la Universidad Central del Ecuador destituyó por unanimidad, el pasado viernes 8 de junio, a un artista y docente de Grabado denunciado por acoso sexual.
“Eres una delicia para los ojos”, fue el primero de muchos comentarios que Cristina recibió de H.C., el profesor de grabado. Luego, a lo largo de cuatro semestres, vinieron los abrazos y caricias sin consentimiento, las exigencias de que debía “explotar su sensualidad en las obras”, las propuestas para verse por fuera de la universidad, los deberes adicionales y la manipulación para que ella, a pesar de tener una beca por excelencia académica, accediera a ofrecerle algo a cambio de no perder la materia por inasistencia.
Esta situación la llevó a informar el caso a Bienestar Universitario en diciembre de 2016, con la expectativa de recibir alguna medida que la protegiera. Según el artículo 86 de la LOES, esta unidad debía presentar un informe para iniciar el proceso administrativo y al tiempo, hacer la denuncia penal, pues el acoso sexual está tipificado como delito en el Código Orgánico Integral Penal (COIP). Pero nada de esto ocurrió.
El fiscal Eduardo Estrella afirma que el acoso implica una propuesta sexual de una persona a otra que está bajo una relación de autoridad, como por ejemplo entre docente y estudiante, y esa propuesta viene acompañada de chantajes y amenazas en caso de que se niegue.
Cristina tiene 44 años y comenzó a estudiar en la FAUCE después de una larga carrera en el sector bancario. Allí conoció a otras estudiantes más jóvenes que habían sido acosadas por el mismo profesor y estaban aún más atemorizadas. Por eso se puso a la cabeza de las denuncias, aunque tuvo que continuar asistiendo a clases con el artista. Entonces, el acoso se tornó en gritos, manoteos, burlas y apodos de los que fueron testigos sus compañeros y otros docentes.
Una cadena de irregularidades
Dennis Mucarsel, abogado de Cristina, señala que fue la presión de la comunidad universitaria la que logró, un año y medio después de la notificación a Bienestar, que el rector Fernando Sempertegui solicitara la reunión de la Comisión Especial de Asuntos Disciplinarios.
El caso de Cristina evidencia las dificultades en el manejo del acoso sexual: falta de seguimiento, acciones extemporáneas y revictimización. Durante la primera semana de junio varias estudiantes, de diferentes facultades y también víctimas de acoso, acompañaron a Cristina a las afueras de la Comisión. Todas coincidieron en señalar que las acciones de Bienestar Universitario no les producen confianza a la hora de enfrentar el acoso al interior de la UCE.
Mientras ocurrieron las audiencias de la Comisión, el docente acusado entró y salió del edificio sin ninguna restricción. Incluso, estuvo presente en varias de las declaraciones. Luego, en la Facultad, dictó clases durante toda la semana y se acercó a una de las estudiantes que había dado su testimonio para decirle “traicionera”.
El Honorable Consejo Universitario (HCU), decidió por unanimidad la destitución del docente, pero la salida oficial dependerá de que el Consejo de Educación Superior ratifique la expulsión y no lo restituya en funciones, como ha ocurrido en casos anteriores.
A través de la etiqueta #YoSíTeCreoCristina se exigieron acciones de la UCE y el Consejo Superior Universitario frente al acoso sexual en la educación superior.
Las máscaras del acoso
La violencia sexual está presente desde el preescolar hasta la universidad. La Comisión Ocasional Aampetra de la Asamblea Nacional determinó en su primer informe que el encubrimiento es uno de los factores comunes en todos los casos que ha conocido en la educación básica y secundaria. Pero el encubrimiento y el espíritu de cuerpo también están presentes en la educación superior ecuatoriana.
Muchas veces el acoso se confunde con seducción y a los acosadores se les esconde detrás de currículos brillantes, largas trayectorias profesionales, títulos académicos y estrechas relaciones de colegaje que aseguran la impunidad.
Para la docente e investigadora Erika Silva Charvet, “el acoso es un secreto a voces pero hasta el 2013 nadie hablaba de eso en las universidades”. En su libro Cultura de género y calidad en la universidad ecuatoriana los testimonios recogidos señalan tanto los vacíos en los procedimientos de denuncia como la complicidad entre la docencia masculina. Silva destaca que en la mayoría de los casos “si una estudiante va donde el director de carrera, tratan de subsanar la situación en un contubernio”.
Esto podría explicar por qué la denuncia contra el docente H.C. fue ignorada en una facultad que en 50 años ha sido administrada mayoritariamente por hombres. De hecho, desde que se comenzó a hablar de acoso, las autoridades de la FAUCE han repetido en diferentes ocasiones que “detrás de los profesores hay familias” y que “no se debe malinterpretar el trato de los docentes”, transfiriendo la responsabilidad del acoso a las víctimas.
Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario, en una reunión realizada en la Facultad en el mes de abril, sugirió que existen relaciones consentidas y de admiración entre profesores y estudiantes. Estos argumentos romantizan el delito y pasan por alto la desigualdad que hay en estas relaciones porque son los docentes quienes califican a lxs alumnxs.
Que no haya intocables
Durante el último año, Ecuador ha vivido una oleada de denuncias de violencia sexual en todo el sistema educativo. El caso del profesor H.C. se suma al caso de un sacerdote en Cuenca y otro en Guayaquil. Hombres que han usado el prestigio para abusar del poder, mantenerse en sus cargos y descalificar a las víctimas.
En su muro personal de Facebook el docente destituido intenta deslegitimar la decisión del HCU
y los testimonios en su contra.
H.C. ha intentado recolectar entre sus colegas los trabajos de la estudiante para usarlos como prueba en su contra, aduciendo desequilibrios mentales. Además, ha circulado un mensaje en redes sociales en el que dice que las acusaciones son falsas.
Cristina es, por el momento, la única que ha denunciado penalmente al artista. Pero su caso no es el único en la Facultad de Artes. Las autoridades tienen conocimiento de por lo menos otras dos situaciones de acoso. Su obligación es continuar el camino que abrió Cristina.
Con etiquetas como #YoSíLesCreo, #YoSíTeCreoCristina, #UCEsinacoso y #ActúaContraElAbuso, movimientos de mujeres, estudiantiles, de defensa de los Derechos Humanos y medios de comunicación, se han movilizado en torno a este caso en las redes sociales.