Lo que no quieren que veamos

Himeneo travestido

No existe una única representación de los cuerpos, las sexualidades o los placeres. Desde el lenguaje -basta pensar en todas las palabras para nombrar los genitales en un mismo país- hasta las más complejas expresiones artísticas, el ser humano desde siempre ha recurrido a un sinnúmero de formas para manifestar la relación con su propio cuerpo y con el cuerpo de lxs otrxs. El Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) planteó un acercamiento a esa multiplicidad con la exhibición “Historias de la sexualidad”, que estuvo abierta hasta febrero pasado.

La muestra presentó más de 300 obras, provenientes del acervo del MASP, como Edgard Degas, Maria Auxiliadora da Silva, Pablo Picasso, Paul Gauguin, Suzanne Valadon e Victor Meirellessí. Y de colecciones brasileñas e internacionales, que estuvieron agrupadas bajo nueve ejes temáticos: Cuerpos desnudos; Totemismos; Religiosidades; Performatividades de género; Juegos sexuales; Mercados sexuales; Lenguajes; Voyerismos; y Políticas del cuerpo y Activismos.

sexualidades
Latinoamérica femenina y Latinomaérica femenina. Obra de Cristina Lucas.

“El objetivo de esta muestra es estimular un debate -urgente en la actualidad-, cruzando temporalidades, geografías y medios”, decía el texto introductorio a la exposición que se inauguró en un momento en que grupos ultraconservadores se han reactivado en Brasil y la región. El año pasado, en Ecuador se abrió la exhibición La intimidad es política, que juntó a 16 artistas en el Centro Cultural Metropolitano (MET) de Quito y provocó marchas que pedían clausurar la muestra por considerarla inmoral, blasfema. En Cuenca, la exposición del artista Marco Alvarado fue cerrada por disposición de la curia arquidiocesana local.

Además de presionar a museos y galerías, los grupos fundamentalistas, bajo la consigna de “Con mis hijos no te metas”, han protestado para impedir que se incluya el enfoque de género en leyes y currículos educativos. También inventaron la “ideología de género” como forma de oponerse a la educación sexual integral y a la igualdad de derechos para mujeres y personas de la diversidad sexual. Dicen que solo en las familias se debe educar en sexualidad, pero callan ante la violencia sexual que ocurre con más frecuencia ahí: en el entorno familiar, en las escuelas o las iglesias.

sexualidades1

Para estos sectores, cuestionar la desigualdad o mostrar que no hay una única forma de relacionarse es un peligro. Eso es lo que no quieren que veamos en el MASP o en el MET. “Si el sexo está condenado al mutismo, la mejor manera de transgredir esta norma es hablar de él”, escribió el filósofo Michel Foucault en su Historia de la sexualidad. Más de 40 años después de la publicación de esta obra, sigue siendo urgente rasgar ese silencio y abrir la mirada hacia las diferentes expresiones del deseo.