El 8 de agosto, guardado en la memoria como #8A, un millón y medio de personas se movilizaba en cercanías de la Plaza Congreso. Mientras, el Senado de Argentina rechazaba el proyecto de ley de despenalización del aborto.
No se podía caminar por barrios como San Telmo, Microcentro o Monserrat sin enterarse. “¡Aborto legal ya! 8A a las calles para que sea ley” o “Ahora que sí nos ven #SeráLey”, se leía en los pósters verdes que se repetían de cuadra en cuadra y convocaban a una histórica vigilia.
¿Y los carteles celestes? Tal vez por casualidad no me topé con ninguno. ¿Cómo se convocan, organizan y financian los grupos autodenominados “provida” de Latinoamérica? Ni idea. Este es otro tema que en Sentimos Diverso también nos importa y despierta curiosidad. Tenemos tarea.
La expectativa por el #8A flotaba más allá de Buenos Aires y de las fronteras Argentinas. Un “pañuelazo internacional” para apoyar la aprobación de la ley pintó de verde el mundo, atravesando países de la región como Ecuador, Colombia, Perú y Uruguay; desde Australia, pasando, entre muchos más, por India, Sri Lanka, Canadá, Japón, Francia e Irlanda. Con una provocadora contratapa en el New York Times, Amnistía Internacional se posicionó en contra del aborto clandestino.
Aunque era alta la expectativa por la que habría sido una histórica aprobación, el realismo, el pesimismo, no eran ajenos a mujeres y organizaciones sociales: era posible que la ley se rechazara. Muchos sectores políticos califican el actual Senado argentino como un órgano más conservador que la Cámara de Diputados, que el 13 de junio, con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención, aprobó el proyecto de ley.
Aunque algunos medios de comunicación calificaron al actual gobierno de Mauricio Macri como habilitador del debate sobre la legalización del aborto en Argentina, el proyecto de ley tramitado en 2018 y discutido en calles, escuelas, bares y hogares, no emergió del oficialismo. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito impulsa esta ley hace 13 años. El movimiento feminista y la sociedad en general han recorrido un largo tramo en la exigencia del derecho de niñas, adolescentes, mujeres y personas gestantes a decidir sobre sus cuerpos.
Lo que para el gobierno de turno pudo servir como cortina de humo para difuminar una imagen e indicadores que caen en picada, para el movimiento feminista éste constituye un capítulo histórico de organización, cohesión e ingenio en la búsqueda del aborto legal, seguro y gratuito, en Argentina y América Latina. Mientras Macri perdió la oportunidad de inscribirse en la historia por el reconocimiento del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, el movimiento de mujeres expandió la discusión a ámbitos sociales donde antes era tabú.
Movimiento feminista a prueba de agua
Los días previos al último debate en el Senado argentino, el cielo fue azul y el invierno transcurría menos hostil que en años pasados. El 7 de agosto, al caer la tarde, parrillas y otros comercios informales se instalaron con la esperanza de venderlo todo. En las calles se ofrecían pañuelos verdes, naranjas (que identifica la Campaña Nacional por un Estado Laico) y también celestes. Activistas y colectivos armaban sus carpas y colgaban entre árbol y árbol carteles a favor del aborto legal, la educación sexual integral y la maternidad libre y consciente.
Ciudadanxs provenientes de lejanas provincias, localidades del conurbano de Buenos Aires o diversos barrios de la Capital Federal, ya se tomaban la Plaza Congreso y se disponían a pasar allí la noche al son de tambores y cantadas. Y el cielo se rompió: la lluvia mojó la vigilia desde la madrugada. Y amaneció. El #8A se despertó con cielo gris; las gotas, los vientos helados, los dos grados centígrados de sensación térmica, fueron y vinieron durante toda la jornada, pero no alcanzaron a dispersar la multitud verde, aunque sí la celeste.
«Celestes» y «verdes» tenían zonas diferenciadas en cercanías de la Plaza Congreso, separadas por vallas y custodiadas por la Policía Federal. Desde la Avenida 9 de Julio, por la Avenida de Mayo y Rivadavia, más de 30 manzanas estaban cubiertas por una multitud verde. En el otro costado, simpatizantes del movimiento “provida” se situaban sobre la Avenida Hipólito Yrigoyen.
En las calles: multitud pacífica en vigilia, y el vendaval. Al interior del Senado argentino, uno a uno, se expusieron 62 argumentos de diputadxs a favor o en contra, del proyecto de ley de despenalización del aborto. Coberturas minuto a minuto como las de Anfibia, Emergentes y Clarín acompañaron a través de medios sociales, en casas y oficinas, a las audiencias de todos los talantes y latitudes.
En las veredas aledañas al Congreso, más de un millón y medio de ciudadanxs iba y venía para encontrarse con familiares o amigxs resagadxs, recargar el agua caliente para el mate, espantar el frío con vino o café, hacer largas y conversadas filas en los escasos baños portátiles. Afuera era fiesta y también cofradía. Pantallas gigantes en la Avenida 9 de Julio, Callao o en la curva de Saénz Peña, transmitían en vivo lo que ocurría al interior del Senado y en otras vigilias del país.
La jornada, sin que el agua diera tregua, transcurría al calor de intervenciones artísticas, paneles y talleres de debate, presentaciones en vivo de más de 30 bandas, personas vendiendo sus creaciones o iluminando con purpurina verde rostros y pelos de conocidxs y desconidxs que se animaban a brillar también.
Los paraguas, impermeables y banderas coloreaban la vigilia y protegían de la persistente lluvia. Bailes, tambores, una sopa caliente comunitaria improvisada en la Avenida de Mayo, cervezas, choripanes y pañuelos verdes multiplicados por miles fueron el fuego y el abrigo del 8A.
Ahora que sí nos ven
Poco antes de las 3 de la madrugada ocurrió la votación. El proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que tenía media aprobación en la Cámara de Diputados, fue rechazado en la Cámara Alta del Senado con 38 votos en contra, 31 a favor y dos abstenciones. Al final de la sesión que superó las 15 horas, militantes del movimiento “provida” celebraron con resonantes fuegos artificiales que la legalización del aborto no sea un hecho en la Argentina.
Del lado verde de la Plaza: lágrimas, decepción, cansancio. Pero también, lecciones difíciles de borrar en un movimiento feminista más cohesionado, que irrumpió para siempre en un sistema político en el que ahora hay lugar para expresarse sobre la maternidad como asunto político y sobre el derecho al goce.
No es ley hoy, pero la lucha porque lo sea sigue latente. Los movimientos feministas en Latinoamérica están vivos. El pañuelo verde se colorea de amarillo, violeta, rosa, blanco y se extiende por las arterias de la región. Sobre la mesa está la urgente necesidad de revisar y abolir costumbres misóginas y violatorias de derechos civiles.
“Ahora que estamos juntas y, ahora que sí nos ven” está activa la tarea colectiva de romper aún más el silencio sobre las desigualdades que han afectado históricamente a mujeres y personas diversas, y en alto están las voces colectivas para exigir el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.