La reinvención de Eliana

Por Ángela Isabel Mateus Arévalo

La farmacia está ubicada en Queen Street, la calle más concurrida de Auckland, una ciudad multicultural, donde uno se encuentra con más extranjeros que neozelandeses. Camino hasta allí con un amigo, extranjero como yo. Él se queda en la sección de perfumería mientras yo compro algunas medicinas. Cuando regreso, veo que habla con una mujer acerca de una loción. Mientras me acerco, escucho que la mujer tiene la voz un poco grave y pienso que es una mujer transgénero. La miro con vergüenza de que se sienta observada. Su rostro me parece familiar, su piel parece de porcelana. Alcanzo a percibir su aroma en medio del popurrí de perfumes. Fijo la mirada en la escarapela que tiene su nombre. Grito emocionada.

-¿Eliana? – Ella me mira.

– Yes

– ¿Are you from Colombia?

-Yes- Responde de nuevo.

Hablamos en inglés y le digo que he leído acerca de ella y su famoso caso. Eliana me dice que ha salido en muchos medios de comunicación. Mi amigo me mira con cara de no entender lo que sucede.

– ¿Where are you from? Me pregunta.

– I’m from Colombia.

– Y ¿por qué estamos hablando en inglés?

Continuamos la charla en español y le pregunto si puedo entrevistarla. Eliana me da su número y nos despedimos con un abrazo. Yo me voy feliz de haberla encontrado por casualidad y ella se queda sorprendida, aunque después me cuenta que no es la primera vez que alguien la reconoce.

In Hong Kong
Después de un mes de estar atrapada en Hong Kong, Eliana visitó este templo budista ubicado frente a la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados. Septiembre, 2013.

 

Ángela: ¿Quién es Eliana Rubashkyn?

Eliana: Es una mujer que se ha reinventado en medio de la adversidad y los cambios. Es una mujer libre que, finalmente, puede vivir su identidad y su sexualidad sin ningún miedo. Algo que ella siempre buscó desde el inicio. Una mujer casada, que tiene una familia, que ha empezado una nueva vida en un país muy alejado del que ella nació.

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Eliana es la primera mujer transgénero en obtener el reconocimiento internacional de su género a través de una resolución de la ONU, expedida el 16 de Diciembre de 2013. Antes de esto, se había graduado de Química Farmacéutica en una de las mejores universidades de Colombia y era becaria en la Universidad Médica de Taipei hasta el día que llegó a Hong Kong para renovar su visa y continuar con su posgrado. En el aeropuerto de esa ciudad asiática, la vida de Eliana dio un giro inesperado: su apariencia no coincidía con la foto del pasaporte, había cambiado demasiado debido a un proceso de tránsito hormonal. Eliana fue retenida, interrogada, insultada y maltratada.

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Ángela: ¿Cómo ves en perspectiva la situación que viviste en Hong Kong?

Eliana: Me parece lo más absurdo que le puede pasar a una persona. El gobierno colombiano desatendió mi caso y los funcionarios chinos me trataron de forma ignorante y deshumanizada. Fueron una serie de eventos que se alinearon para obtener el peor resultado posible. Yo era una mujer trans que había hecho la transición seis meses antes del cambio de pasaporte. Tenía una condición intersexual que hizo más dramático mi cambio físico y por eso mi rostro no coincidió con la foto del pasaporte que presenté a los oficiales de migración. Ellos pensaron que estaba suplantando a otra persona y así empezó todo el problema. Me trataron como una criminal, me hicieron revisión de drogas, body scan, de todo. Pero luego, la situación se fue transformando en un asunto de discriminación respecto a mi identidad como mujer trans.

Luego de esa humillación y de estar atrapada en ese aeropuerto, los oficiales  me abusaron sexualmente y trataron de librarse del problema deportándome. Logré salir del aeropuerto y ser rescatada por Amnistía Internacional. Entré a Hong Kong de forma ilegal, allá no era nadie. Me tocó renunciar a mis estudios, a mi beca, a todo lo que tenía, a mis pertenencias y vivir dos años en un campo de refugiados de la forma más indigna y repugnante, con ratas y, cucarachas, solo para evitar volver a mi país. Yo ya era otra persona, a mi me aterrorizaba la idea de irme a Colombia siendo quien yo era. Apenas estaba aceptando ser quien era, viviendo mi nueva identidad como Eliana y de repente apareció ese terror de regresar, sin haberle contado a mi familia que yo ya era una mujer.

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Eliana reconstruye ese momento en el que su vida se partió en dos, pero en el que también  sacó toda la fuerza de su espíritu para defender sus derechos y no ser deportada a Colombia. Según el Informe de Derechos Humanos de Personas LGBT 2013-2014, de Colombia Diversa, entre el 2006 y el 2014 fueron asesinadas 824 personas LGBT en el país. Casi la mitad de los casos de violencia fueron hacia mujeres trans. Esto agravado por casos de matoneo, maltrato psicológico y amenazas. Con un panorama así, pensar en ser deportada no era una opción para Eliana.

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Ángela: ¿Qué te dio la fuerza para luchar y permanecer en el campo de refugiados pese a la difícil situación?

Eliana: El sentimiento de injusticia. Yo no podía entender por qué me había pasado lo que me pasó, cómo me abusaron, cómo me trataron. Ese sentimiento me hizo pensar que tenía que hacer algo al respecto. Yo sabía que tenía que salir limpia de ese país porque yo no había hecho absolutamente nada. Si me hubiera rendido, no sé en dónde estaría hoy. Lo que la sociedad hace con una mujer trans es marginalizarla, deshumanizarla, desconocerla, convertirla en un número dentro de un campo de refugiados donde no puede trabajar ni estudiar. Con el poco acceso a internet que tenía me comuniqué con medios colombianos, con CNN y BBC; yo sola hice que se escuchara mi caso y que me pusieran atención y la gente me escuchó, las Naciones Unidas me escucharon y hoy estoy aquí en Nueva Zelanda por eso.

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Eliana reconstruye sus pasos antes de llegar a Nueva Zelanda en un café ubicado en Karangahape Road, otrora conocida como la calle LGBTI y que en la actualidad, alberga la vida alternativa y vintage de Auckland. Antes de llegar aquí pasó casi dos años en diferentes albergues y campos de refugiados de Hong Kong. El gigante asiático, que alberga a un 19 por ciento de la población mundial, fue reconocido este año como el país más amigable con los refugiados. Aún así, la población LGBTI sigue sufriendo discriminación. Gracias al caso de Eliana, se reconoció por primera vez en Hong Kong a una mujer transgénero sin tener reasignación sexual quirúrgica.

Según los Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos en relación con la Orientación Sexual y la Identidad de Género de 2007, existe un marco de protección internacional que garantiza el derecho a solicitar y a obtener asilo. Según este instrumento, ningún Estado puede expulsar o extraditar a una persona que esté en riesgo de sufrir discriminación y violencia en el país de origen por motivos de su orientación sexual e identidad de género. Basada en estos principios,  Eliana permaneció en Hong Kong hasta que algún país le permitiera el ingreso en su condición de refugiada y mujer trans.

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Ángela: ¿Sabes qué impacto ha tenido el precedente de ser la primera mujer transgénero en contar con pleno reconocimiento internacional y transnacional de su género?

Eliana: Yo soy química farmacéutica y la legislación para mi es algo ajeno, yo no entiendo qué impacto tiene. También tengo entendido que soy la primera mujer trans reconocida sin cirugía en China porque allí solo se reconoce a una mujer cuando tiene reasignación sexual. Eso me lleva a pensar en el impacto que causó incluso en la definiciones que tienen los países sobre los seres humanos. Me tranquiliza saber que todo mi sufrimiento se ha materializado en algo que genera algún tipo de reafirmación de lo que soy. Conozco muchos refugiados sirios y de Yemen que han llegado a Nueva Zelanda debido a que su reconocimiento de género ha sido aceptado como prioritario. Después de mí han llegado aproximadamente otras 10 mujeres trans con prioridad, mientras que a otros refugiados les puede tomar hasta cinco años.

Ángela: ¿Qué sientes al saber que eso ocurre con otras personas que tienen un acceso más fácil a su estatus migratorio legal?

Eliana: Yo me siento bien, pero a veces me frustro porque quisiera hacer más. Yo no tengo una voz respaldada por una organización que me permita hacer más cosas. A veces me llegan mensajes de otras trans colombianas a mi blog y a mi e-mail,  ellas quieren encontrar refugio para no ser enviadas de vuelta a Colombia porque ya han establecido una vida y no quieren que su tranquilidad les sea arrebatada. Yo les digo que existe un mecanismo que pueden seguir, que es el del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, pero es algo que yo no puedo manejar.

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La migración es uno de los aspectos que determinan la vida de las personas trans, esto les permite moverse lejos de sus núcleos familiares o de sus lugares de origen en los cuales rechazan sus identidades e incluso llegan a violentarles. El nuevo lugar también les permite llevar a cabo sus procesos de transición a nivel físico y reafirmar su identidad. Los desplazamientos de las personas trans se dan hacia lugares que se perciben como más favorables para el proceso de tránsito en términos de apertura, anonimato, respeto a los derechos y acceso a tratamientos hormonales y cirugías.

The day I became the first trans gender woman recognized as woman in China
Eliana fue noticia porque se convirtió en la primera mujer transgénero en ser reconocida en China sin haberse realizado una cirugía de reasignación de sexo.

 

Ángela: ¿Qué te llevó a migrar a Taiwán?

Eliana: El desespero de encontrar un lugar nuevo en el que pudiera nacer. Necesité escapar para empezar a vivir lo que siempre quise. Yo recuerdo vistiéndome de mujer en mi habitación, cerrando la puerta con seguro, soñando con algún día poder hacerlo de manera natural y sin miedo. Fue esa urgencia de manifestar lo que yo era lo que me llevó a irme. Colombia no ofrece la tranquilidad para que una persona trans pueda ser quien es. Yo no quería ser discriminada,  por eso traté de huir y me gané la beca para Taiwán. Allí hay un ambiente favorable para que las personas trans empiecen su transición hormonal y es un país relativamente tranquilo y liberal en cuanto a derechos LGBT.

Ángela: ¿Qué crees que gana y pierde una persona trans cuando migra a otro país?

Eliana: Una persona trans gana la capacidad de escoger el nivel de libertad que quiere en su vida. Las personas LGBT que migran por razón de identidad, usualmente escogen países en donde pueden ser más libres, porque cuando no hay buenas condiciones de vida las personas se sumergen en la marginalidad. En Colombia, las mujeres trans viven en zonas marginales, prostituyéndose. Yo tengo una profesión como farmacéutica, pero no sé qué estaría haciendo en Colombia en mi actual condición, tengo muchas amigas que están en la prostitución porque la sociedad las fuerza a hacerlo. Cuando vas a otro país te das cuenta de que eres una persona con derechos, que puedes ser tan digna como cualquier otra persona. Se deja atrás la familia, el pasado, la cultura, lo que constituye la identidad. Adaptarse no es algo fácil, es doloroso.

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Las personas trans inmigrantes se ven enfrentadas, como menciona, Eliana a desligarse de sus raíces y a empezar una nueva vida en el país que les recibe; muchas llegan sin documentos a Estados Unidos en donde, según National Center for Transgender Equality, se estima que para 2013 habían aproximadamente entre 15 mil y 50 mil adultos transgénero indocumentados. Esto implica mayores dificultades para conseguir empleo y acceder a salud, vivienda y educación.

Migrar a otro país significa también redefinir y reinventar los afectos. El alma del refugiado se debate entre las personas que dejó en su país y en las relaciones que construye en el nuevo territorio. De esta manera, los nuevos afectos se vuelven la motivación para seguir adelante y en un apoyo constante en el proceso de adaptación.

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Ángela: ¿Qué ha significado para ti tener una pareja, casarte? ¿Cómo han logrado vivir su amor en este país?

Eliana: Lo que yo vivo con él simplemente es imposible en cualquier otro país del mundo, y no porque en mi país no exista el matrimonio igualitario. Desde el punto de vista burocrático ha sido muy difícil demostrar nuestro amor, pero desde el punto de vista de lo que representa Nueva Zelanda ha sido bastante fácil amarnos, expresar nuestro amor y recibir respeto de parte de quienes nos rodean, es de admirar. Nunca hemos sentido algún tipo de discriminación por mi identidad o por nuestra relación.

Ángela: ¿Cómo es la relación que tienes con tu familia y amigos en Colombia?

Eliana: Yo tuve contacto con mi mamá, pero el tiempo fue pasando y yo sentí que no se acercaban a mí, no me reconocían y yo me dije que si una persona no está dispuesta a reconocer la identidad de alguien, es porque el amor no es genuino. Al no sentir reconocimiento, yo decidí cortar relaciones con ellos porque considero que mi identidad y lo que soy es más importante que atarme a un pasado que me llena de mucho dolor. Cada vez que hablo con mi mamá ella me habla en género masculino y yo siento que destruye todo lo que yo he hecho y he sufrido todos estos años de mi vida. Por el lado de mi esposo es lo mismo y solo por el amor que me tiene ha decidido ignorar el rechazo que ha vivido por parte de su familia, que es bastante religiosa.

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Países como Francia, Noruega o Finlandia no aceptaron a Eliana como refugiada, puesto que para ser reconocida como mujer tenía que tener una cirugía de reasignación sexual. Entonces, apareció Nueva Zelanda como una luz.  Aunque al momento de aplicar la cuota anual estaba copada, su solicitud de refugio fue aprobada en el 2014.  Nueva Zelanda representa aceptación y apertura para Eliana y para otros 33 mil refugiados que han entrado a este país desde la Segunda Guerra Mundial. Según datos de la Oficina de Migración de Nueva Zelanda, desde 1987 existe una cuota anual de 750 refugiados admitidos para ser reasentados en el país. Colombia es uno de los países que cuenta con mayor número de refugiados en las ciudades de Wellington y Hamilton.

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Ángela: En alguno de los artículos que leí de cuando llegaste a Nueva Zelanda, mencionas que este país era el paraíso para ti. ¿Qué piensas ahora después de dos años de vivir acá?

Eliana: En ese momento lo fue, después de venir de esa experiencia tan dura y sentir el respeto a los derechos humanos. Pero luego de vivir acá te das cuenta de que te conviertes en otro inmigrante más y llegan los problemas. Ahora empecé a vivir las dificultades de conseguir trabajo, aunque soy honesta al decir que ni mi genero, ni mi pasado, ni mi condición de refugiada afectan mis oportunidades, sin embargo a pesar de ser una persona calificada las oportunidades son muy escasas en un país que tiene una población que equivale a la mitad de la ciudad de Bogotá. Llevo casi seis meses en una farmacia y vendo productos cosméticos, este trabajo me hace sentir cerca de mi profesión. De hecho, el contacto que tengo con las personas me hace sentir tranquila, cómoda. Ahora estoy en un rol súper femenino, porque maquillo, me maquillo, estoy rodeada de perfumes y vendo maquillaje de marcas muy reconocidas y costosas; en parte es algo con lo que sueña una mujer trans. Hace unos años escondía mis cosméticos y hoy tengo la libertad de ponerme todo lo que yo quiera. Cuando estaba en Taiwán me compré mi primer perfume de mujer y me sentí libre, olía a lo que quería oler y hoy tengo a mi alrededor en mi trabajo miles y miles de perfumes.

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En Queenstown, Isla sur de Nueva Zelanda. Agosto, 2016.

Ángela: ¿Cuáles son tus perspectivas de vida, cuáles son tus sueños?

Eliana: Establecer mi vida acá y viajar tranquilamente con mi marido. Así de simple, tener una familia, hijos que tengan nuestra huella genética. Uno de mis sueños es tener una identidad reconocida, un pasaporte o algo que me reconozca por lo que yo soy y no un pedazo de papel de las Naciones Unidas que es lo que me ocurre hoy. Para ello, debo pasar tres años más acá y luego viajar a Colombia para obtener asistencia diplomática del gobierno neozelandés y tramitar mi título profesional colombiano como Eliana.

Ángela: ¿Cómo te ves en cinco años?

Eliana: Generando políticas públicas sobre identidad de género e intersexualidad en Nueva Zelanda; me veo en una mejor posición laboral, y con una vida más estable con mi marido; me gustaría viajar a Colombia y tratar de reconciliarme con mi pasado, con ese rechazo que tengo con mi pasado, es algo que necesito hacer, debo entender que eso fue lo que me llevó a ser lo que soy hoy.

Ángela: ¿Está tu proceso de tránsito finalizado?

Eliana: Yo creo que la identidad siempre está en transito, siempre estás en cambio. Desde el punto de vista trans, creo que mi transición no ha terminado porque yo eventualmente quiero tener mi cirugía; una de las cosas en las que Nueva Zelanda aún no ha avanzado, y que resulta sorprendente, es en brindar apoyo financiero desde el sistema de salud a este tipo de transiciones. Quiero hacerme una cirugía, más que de reasignación sexual, de corrección. Acá no hay ninguna persona que haga esa cirugía porque se ve aún de forma cosmética y no como una necesidad. El gobierno da fondos anuales para cuatro cirugías que se hacen en Tailandia: tres para mujeres trans y una para hombres trans, y yo sin pasaporte no puedo salir del país.

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Suena el celular, Eliana habla con su pareja y mira el reloj. Me dice que se tiene que ir, le agradezco por su tiempo y por haberme contado un poco de su vida. Nos despedimos con un abrazo y me dice que la vaya a visitar a su trabajo alguna vez.

Eliana se ha reinventado, se ha reconstruido, pero aún le quedan muchos retos para alcanzar lo que sueña en su proceso de transición y en su vida, por ejemplo, debe esperar a que Nueva Zelanda la pueda apoyar para financiar su cirugía de reasignación sexual y para que su título universitario sea reconocido con su actual nombre en Colombia y en todo el mundo. Eliana dice que todavía es joven y tiene fuerzas para luchar. Me deja esas palabras antes de que su figura se desvanezca en K Road, mientras el sol intenta calentar la tarde.